Icíar y Raúl fueron nuestra pareja de septiembre. Una pareja dicharachera y que emana mucha luz, con la que fue muy fácil entenderse porque ya nos conocían y sabían de nuestra forma de trabajar, así como los plazos que conllevan nuestros procesos creativos. A los pobres les hacía mucha ilusión que llegara su gran día, pero fueron pacientes y siempre estuvieron pendientes de nosotras, de saber lo que nos traíamos entre manos. La propuesta tenía una premisa básica: querían una boda con color. Y ya sabéis, vuestros deseos son órdenes. Así que tanto para la decoración de la ceremonia como para el protocolo utilizamos colores variados y muy llamativos, que contrastaron bien con el verde del paisaje. Molinillos, rosetones y cintas en las sillas y en el altar otorgaron a ese rincón de la boda un abanico cromático muy particular.
El protocolo fue una apuesta arriesgada pero que funcionó muy bien. Tarritos de cristal que pintaríamos según la mesa (los nombres de las mesas eran colores) y cuyo color iríamos degradando para que el efecto del color fuera aún mayor. Cada uno de ellos, además, llevaría escrito el nombre de su propietario para que luego, además, sirviera de regalo. Esperemos que alguno lo esté utilizando para decorar el salón, de lapicero, etc. Como siempre, esperemos que os guste el resultado. A nosotras solo nos queda darles las gracias a Icíar y Raúl una vez más por haber confiado en nosotras para decorar su gran día.
Fotografía: Presume de Boda
Decoración: Presume de Boda
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